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Mostrando las entradas de mayo, 2020

Carne

—Bienvenida, toma asiento. Anna era morocha, con el pelo corto y ojos azules. Tenía la piel muy pálida y sus mejillas estaban sonrojadas. Sonreía tímidamente, como forma de exteriorizar su nerviosismo. Vestía totalmente de negro, con un sweater y una pollera que le llegaba hasta los tobillos. Llevaba unas botas de cuero del mismo color que su indumentaria. Cuando se sentó, cruzó las piernas. —¿Tu nombre? — Anna. —¿Qué edad tienes? —18. —¿Has terminado la escuela? Anna asiente con la cabeza. —¿Tienes pareja? —No. —¿Cuáles son tus hobbies? —Me gusta pintar. —¿Ese es tu sueño? —Si. —¿Tienes otros sueños? —Me gustaría vivir lejos de todo. Creo que en las montañas. —Y has venido aquí a trabajar con nosotros. Mueve la cabeza de arriba a abajo afirmando. —¿Cuántas veces has hecho esto? —Nunca. —¿Es tu primera vez? —Si. —Se sonroja aún más mientras sonríe— —¿Cómo crees que te sentirás cuando te desnudes? —No lo sé, soy un poco tímida. —¿Cuáles

Abrazo a la Soledad

Todas las mañanas enciendo la televisión esperando encontrar alguna noticia que me dé ganas de seguir. Que me de ese empujón que necesito para salir adelante. Que restaure mi fe. La muerte de un famoso, por ejemplo. Siempre se siente bien saber que no todo es comidas exóticas en playas deslumbrantes donde el sol siempre brilla. Ellos también pueden estar hundidos en el barro. Levantaré las cejas y diré en voz alta, “ pero si era tan joven ”, aunque no lo fuera, mientras le doy un sorbo a mi café caliente que siempre está tibio. Seguramente pensaré que tiene que ver con drogas. Aunque fuera un accidente de tránsito, aunque digan que fue un ataque al corazón o alguna larga enfermedad. Me siento mejor pensando que detrás de esa increíble máscara que muestran en Instagram, lleno de belleza y glamour se esconde algo mucho más oscuro, hediondo, que supura. Y que para esconderlo necesitan drogas. Saco del blíster un ansiolítico y lo pongo bajo la lengua. La mujer que da la

Famoso por Quince Minutos

Cuando comienzas la carrera de periodismo seguramente te imaginas trabajando para uno de los grandes medios. Piensas en entrevistar personalidades, escribir un buen artículo, cubrir algún acontecimiento trascendente que quede para la posteridad. Quizás ganar un premio. Unos años más tarde te sientes afortunado de tener trabajo. Cuando eres cronista para un programa de espectáculos como yo, ya no ves tan mal eso de estar desocupado. Llevo más de tres horas dentro de una camioneta usada, esperando que Solange Vergara salga de su función teatral. Larry, el camarógrafo, está sentado a mi lado abrazado a su cámara y con la mirada perdida. Con una hipoteca y una cuota alimenticia a sus espaldas haría lo que fuera con tal de que le pagasen. Creo que está considerando el suicidio. No somos los únicos, varios móviles de televisión se agrupan en la puerta del santuario a esperar que la nueva chica del momento con una de sus palabras nos lleve a la iluminación. Cuando era pequeño