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Mostrando las entradas de junio, 2020

La Idea no es Vivir para Siempre

Imagina la cara de mi médico leyendo los exámenes a los que me he sometido hace un par de semanas atrás. Ves como su semblante cambia y se pone serio. Habla despacio, eligiendo sus palabras con cuidado. Se abstiene de ser demasiado técnico, pero sin descuidar su profesionalismo. Se muestra afable, cercano, intenta parecer amigable. Eso es lo que deben enseñarle en la facultad de medicina. No lo conocía hasta hace un par de semanas, cuando comenzaron los síntomas, y ahora me siento más ligado a él que a mi puto padre. Ya busqué los resultados en Google. Si eres un sujeto que, como yo, siempre quiere tener la razón, créeme cuando digo que hay ciertas cosas en las que es preferible estar equivocado. Ahora mi doctor, que al parecer también es mi amigo, toma mi brazo con su mano derecha mientras dice palabras como lucha, batalla, pelea, fuerza, coraje. Creo que sé de qué guerra me habla. Intento escucharlo con atención, pero ya no lo comprendo. Solo puedo ver como se mueven su

Se Amable

No hay día que no piense en la muerte. Que no considere el abuso de pastillas como una opción válida para atravesar este momento. El fin de un siclo, el último capítulo de una serie de mierda. Sólo he existido, nada peculiar. Como cada mañana que entro a mi trabajo, Peter, mi compañero, está parado en una esquina con una mano en el bolsillo y sosteniendo su café humeante con la otra, esperando para saludarme. —¿Cómo estás Peter? —Me dice al verme. Todas las noches cuando cierro los ojos tengo la esperanza de no abrirlos al día siguiente. —Estupendo ¿y tú Peter? —Contesto sonriente. Peter se sienta dos escritorios delante de mí, en una interminable fila de monos obedientes, vestidos de oficinistas que teclean incansablemente, con miradas perdidas en las pantallas de su ordenador. El teorema del mono infinito afirma que un mono tecleando teclas al azar, durante un período de tiempo infinito, puede escribir cualquier obra de Shakespeare. Eso demuestra que somos genios potenciales, solo no

Sólo Mídelo en Centímetros

Mi primer jefe se llamaba Fred. Yo tenía unos veinte años y aún pensaba que se podía triunfar en una profesión como el periodismo de espectáculos. Algunos lo llaman prensa rosa. Una de mis primeras notas fue con una de las divas más grandes de este medio, Sunsan Sánchez. Por supuesto que estaba acojonado. La teníamos en exclusiva para que hable sobre el nuevo incidente que revolucionaba el mundo de la farándula. Un momento bisagra para una humanidad a la que le faltan un par de guerras. Si hablara de escándalos políticos sería prensa amarilla. El termino se usó para referirse al modo sensacionalista de hacer periodismo por parte de Joseph Pulitzer. Fred me llamó a su oficina y mientras giraba a mi alrededor despidiendo humo del puro que fumaba, me aconsejaba como hacer una entrevista que valga la pena. —Debes hurgar en su basura. —dijo— —¿Qué debo buscar? —Cualquier cosa, la gente necesita saber. Si no encontraba una toalla sanitaria o un tampón podíamos decir que est

Superficial

Tomás entró cabizbajo a la sala. Al levantar la vista vio al licenciado sentado en su sillón. Advirtió el escaso pelo que tenía en la cabeza, pero un gran mostacho oscuro sobre sus labios. Típico —pensó— El hombre sacó unos lentes de su estuche y se los colocó lentamente sobre su nariz. Le sonrió y con un movimiento de su mano le indicó el diván donde Tomás debería sentarse. —Buenas tardes. Soy el Licenciado Fernández y seré tu psicólogo. Puedes llamarme Felipe, si lo deseas. Ante todo, quiero que te sientas cómodo y tengas la tranquilidad de que nada de lo que hablemos, ni de lo que pase, va a salir de aquí. Tomás asiente con la cabeza. —¿Puedo llamarte por tu nombre? Tomás asiente nuevamente. —Tobías, cómo esta… —Tomás —interrumpió— mi nombre es Tomás. —Ah sí, disculpa. Bueno dime, ¿cómo estas hoy? —Bien. Un poco nervioso. Nunca había tenido una sesión de terapia antes. —Es normal estar un poco acojonado. Los psicólogos tenemos el poder de recomponer la mente, pero también de destrui

Inauguración de un retrete

Estaba bebiéndome una cerveza y una chica se acercó al taburete dónde estaba sentado.  —Voy a dejar que me beses si dejas que mi hermano te la chupe. —¿Cómo? —Besémonos. Pero a mí hermano le gustaría hacerte una mamada. Mire sobre su hombro y apoyado sobre una pared al lado del baño de hombres estaba un chaval, menudo y de ojos grandes que apartaba a posta la mirada. Miré de nuevo a la chica y dije: —Vale. Así que me fui con ellos.  La tía era simpática, hablamos un rato de trivialidades sin importancia. El chico me sonreía cuando me miraba, pero no decía una palabra. Subimos a su apartamento y me senté en el sillón de la sala. Ella me alcanzó una cerveza fría.  Por un momento pensé que podrían drogarme para robarme los órganos o algo así. No sé, no los conocía de nada.  Así que le di un trago largo a la cerveza. « Que pase lo que tenga que pasar », me dije a mi mismo. Ella se sentó a mí lado. Dejé mí bebida a una pequeña mesa a un costado y comenzamos a besarno