Abrazo a la Soledad

Todas las mañanas enciendo la televisión esperando encontrar alguna noticia que me dé ganas de seguir.

Que me de ese empujón que necesito para salir adelante. Que restaure mi fe.

La muerte de un famoso, por ejemplo.

Siempre se siente bien saber que no todo es comidas exóticas en playas deslumbrantes donde el sol siempre brilla.

Ellos también pueden estar hundidos en el barro.

Levantaré las cejas y diré en voz alta, “pero si era tan joven”, aunque no lo fuera, mientras le doy un sorbo a mi café caliente que siempre está tibio.

Seguramente pensaré que tiene que ver con drogas. Aunque fuera un accidente de tránsito, aunque digan que fue un ataque al corazón o alguna larga enfermedad.

Me siento mejor pensando que detrás de esa increíble máscara que muestran en Instagram, lleno de belleza y glamour se esconde algo mucho más oscuro, hediondo, que supura.

Y que para esconderlo necesitan drogas.

Saco del blíster un ansiolítico y lo pongo bajo la lengua.

La mujer que da las noticias dice sonriente que una bomba a caído en un hospital de niños en algún país asiático. Murieron miles, carbonizados, luego de mucho dolor y sufrimiento.

También me pide que recuerde que hoy se estrena una nueva serie. La del puto ese.

No deja de mostrar todos sus dientes mientras da una noticia tras otra. Supongo que debe pagara de alguna u otra forma el canje con el dentista.

Lo mismo pasa con las actrices con grandes escotes y vestidos ajustados. Son el escaparate donde el médico muestra los resultados.

Gratis es sólo una palabra, parte de la verdad.

La vidriera donde se exhibe lo que otros querrán. No sirve de nada un catálogo si puedo decir: “Quiero las tetas que tiene Jennifer” o “Necesito el culo de Alyssa    

Todo su cuerpo está vendido.

Sus dueños lotean sus partes para mostrar lo que después venderán. Peinado, vestido y accesorios. La dieta que hace que mantenga su perfecta figura, el maquillaje que no puedes dejar de usar antes de salir de casa, la crema que hace desaparecer la celulitis en solo cuatro semanas.

Cuando piensas que han llegado al límite se pone de moda vender ideales.

Ahora en la pantalla, una de las nuevas actrices en ascenso, da la noticia de que encabezará una asociación por los derechos de la mujer y comienza a hablar de los beneficios del aborto.

Que esa organización se financie con los millones de dólares aportados por una clínica abortista es sólo un detalle insignificante.

Si lo dice alguien famoso debe ser cierto ¿No? —pienso mientras unto mantequilla a las tostadas de pan integral—

Algo sabe que desconozco, por eso él está en la cresta de la ola y yo veo las noticias esperando a que fallezca. O que lo arresten, al menos.

A veces pienso que estoy desperdiciando mi vida.

Yo también era un hombre con sueños y ambiciones ¿sabes?

Aspiraba tener una casa con piscina. Vacacionar una vez por año en alguna playa bonita. Tomar un poco de sol, beber un coctel.

Vamos, como realmente debe ser la vida.

Enseñarles a mis hijos a montar una bicicleta en el parque, adoptar un par de perros y ponerles algún nombre de mierda.

Eso que hace la gente común.

Un día, casi sin darme cuenta, todo se fue a la mierda.

Las cuentas empezaron a acumularse y el dinero se acabó.

Mis sueños de la vida bonita y feliz fueron desapareciendo. Quedaron en el pasado como un recuerdo de algo que nunca ocurrió. Un deseo convertido en una frustración.

De un momento a otro, ella descubrió que ya no era el hombre de su vida.

Un día estás eligiendo el sillón perfecto para la casa que compartirán y al otro descubres que no le gusta el sexo.

El sexo contigo. Con otros le fascina.

Ya no te presta atención, de vez en cuando te habla del clima.

Pero tú la amas.

Aunque te olvide en un rincón, como al sillón que compraron aquella vez.

Doy otro trago al café para que pase lo que tengo atorado en la garganta.

Mi gato se frota sobre mi pierna una y otra vez. Levanta la cola y mira hacia arriba. Maúlla.

Supongo que todos necesitamos un poco de cariño de vez en cuando.

Lo alzo y lo pongo sobre mis piernas. Lo acaricio delicadamente desde el cuello, pasando por su espalda, hasta donde empieza la cola. Repito el mismo movimiento un par de veces, hasta que decide dar un salto, para alejarse del lugar y de mí.

Supongo que no todos necesitamos el cariño de cualquiera.

Una mañana ella se fue sin despedirse.

Se llevó su ropa, sus zapatos, sus perfumes. Dejó todo lo que ya no le servía, lo que no necesitaba. Lo viejo, lo usado, lo secundario. Lo molesto, lo que le resultaba indeseado. Yo.

Un gran cartel en letras rojas aparece en la pantalla con la leyenda “Último Momento

Intenté convencerme de que era lo mejor, que me entendería con la soledad, que ella sería una buena compañera, pero siento que muero un poco cada día.

Es posible que hasta me esté volviendo loco.

Pensé en el suicidio. No de una forma triste, sino como algo que podría pasar en algún momento, aunque no quiera. Mi muerte no me importaba demasiado.

Entonces fui a ver a un doctor que me dijo que el dolor, la tristeza y la depresión son sólo reacciones químicas de nuestro cuerpo que podemos controlar y me recomendó hacer más ejercicio. Dijo que una buena caminata aumenta la cantidad de serotonina en el cerebro, por lo que no era necesario recurrir a los antidepresivos.

Ahora salgo a caminar. También tomo pastillas.

Recogí un gato de la calle y lo obligué a ser mi mascota. No le he puesto siquiera nombre, él no lo necesita y yo tampoco.

Entendí que para convivir con la soledad primero debo estar en paz contigo. Hacer una tregua con mis fantasmas. Aceptar como compañeros de cuarto a mis dolores. Sino, se torna insoportable.

El amor no es más que otra reacción química de nuestro cuerpo.

Sé que en algún momento el gato también se irá. Prefiere la incertidumbre de la calle antes que estar encerrado todo el día en un puto apartamento donde caga, come, duerme y mira la televisión.

No me importa demasiado.

Todos estamos a una despedida del suicidio.

Músico, veintisiete años. Lo encontraron en la bañera abrazado a una botella de wiski escoces y hasta el culo de pastillas.

La discográfica acabad de twittear «Estamos profundamente afligidos en la pérdida repentina de una artista tan admirable». Es todo lo que dirán. Mañana se habrán olvidado de él.

El sol sigue saliendo, la gente continúa con su rutina, todo sigue adelante.

Todo pasa y eso me resulta insoportable.

Me pongo serio al escuchar la noticia. Por un momento me olvido de todos mis problemas. El dolor desaparece, la angustia se transforma.

Digo en voz alta “pero si era tan joven” mientras tomo mi celular.

Escribo en Twitter: “Estoy realmente devastado. Se fue un gran músico y mejor persona

No lo conocía. Jamás escuché siquiera alguno de sus temas.

Agrego el link con la noticia escrita en un diario digital.

Después pienso que no se trata de cuándo o como dejas de existir, sino de cómo fue la vida que llevaste hasta ese momento. La muerte termina por no ser el evento trágico, sino la vida que algunas personas llevamos hasta morir.

Entonces lloro.


ABRAZO A LA SOLEDAD

Cocaína Social

by Nielsen Gabrich


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