Carne

—Bienvenida, toma asiento.

Anna era morocha, con el pelo corto y ojos azules. Tenía la piel muy pálida y sus mejillas estaban sonrojadas. Sonreía tímidamente, como forma de exteriorizar su nerviosismo. Vestía totalmente de negro, con un sweater y una pollera que le llegaba hasta los tobillos. Llevaba unas botas de cuero del mismo color que su indumentaria.

Cuando se sentó, cruzó las piernas.

—¿Tu nombre?

— Anna.

—¿Qué edad tienes?

—18.

—¿Has terminado la escuela?

Anna asiente con la cabeza.

—¿Tienes pareja?

—No.

—¿Cuáles son tus hobbies?

—Me gusta pintar.

—¿Ese es tu sueño?

—Si.

—¿Tienes otros sueños?

—Me gustaría vivir lejos de todo. Creo que en las montañas.

—Y has venido aquí a trabajar con nosotros.

Mueve la cabeza de arriba a abajo afirmando.

—¿Cuántas veces has hecho esto?

—Nunca.

—¿Es tu primera vez?

—Si. —Se sonroja aún más mientras sonríe—

—¿Cómo crees que te sentirás cuando te desnudes?

—No lo sé, soy un poco tímida.

—¿Cuáles son tus límites?

—¿Cómo?

—Tus límites. Que cosas no te animas a hacer.

—No lo sé…

—¿Te gusta chuparla?

—No lo sé…

Anna ya no sonríe. Su expresión ahora es de total seriedad. Los nervios se han transformado en tención.

—Cuando te acuestas con un tío, ¿se la chupas?

—No he tenido sexo muchas veces...

—¿Cuantas veces?

—Una vez…—su rostro está visiblemente colorado y se nota su voz entrecortada—

—¿De verdad?

Anna asiente.

—¿Estabas enamorada?

—Fue con mi pareja, pero no estaba enamorada.

—¿Qué edad tenías?

—16.

—¿Qué cosas te gustan?

Anna se cruza de brazos, mira al techo y aprieta los labios. Piensa una respuesta, pero no se le ocurre nada.

—¿Has tenido un orgasmo?

Anna ríe tímidamente y se lleva una mano a la boca, como queriendo ocultar su sonrisa. Finalmente dice que si con la cabeza.

—¿Te masturbas?

—Si.

—¿Con que frecuencia?

—No lo sé… a veces.

—¿Tienes "juguetes"?

—No.

—Como te gustan los chicos?

—Me gusta que sean altos…

—Me refiero a su pene —La interrumpe— ¿Te importa el tamaño?

—Solo he tenido sexo con un chico, y no lo tenía muy grande.

—¿Te gusta que te la metan por el culo?

—Nunca lo he intentado.

—¿Te gustaría tener sexo con otra mujer?

—No me gustan las mujeres.

—Está bien. Quítate la ropa.

Henry encendió un cigarrillo y esperó a que la chica se desvistiera. Llevaba las bragas y el brasier del mismo color que su ropa.

—Quítate todo, la ropa interior también. Déjalo sobre el sofá.

Anna obedeció y se quedó de pie frente a él, totalmente desnuda. No estaba rasurada, lo que la incomodó al momento de desvestirse. Sintió como si se alejara de ciertos cánones estéticos que debiera haber tenido en cuenta antes de prestarse a una situación como esta.

—¿Crees en dios?

—¿Cómo?

—¿Rezas?

—Si, a veces.

—Muy bien, acuéstate sobre el sofá. Espera, déjame verte el culo. No, no así. Arrodillarte y ábrete el culo con las manos. Tienes un culo perfecto.

El sofá blanco de símil cuero estaba helado. Al tomar contacto con él su pálida piel comenzó al llenarse de marcas rojizas.

Henry se acercó a ella, desabrochó su pantalón y sacó su pene.

—Agárralo.

Él tomo una de sus manos y la puso sobre su miembro, mientras le acariciaba la vagina e intentaba introducir sus dedos dentro de ella.

Anna cerró los ojos y comenzó a masturbarlo.

—¿Cómo era tu nombre?

—Anna.

—Anna, ven, chúpame la polla.

Ella obedeció.

—Joder, lo haces muy bien.

—Nunca lo había hecho —dice mirándolo a los ojos—

—¿Es la primera vez que haces una mamada?

—Si —mueve la cabeza mientras continúa—

—Ven aquí.

Anna se acostó sobre el sillón. Henry fue encima de ella, abrió sus piernas e intentó meterle la polla torpemente.

—No es ahí.

—Ponla dentro.

Henry comenzó a moverse. Bombeó durante unos minutos, pero no lograba ponerla bien dura. Finalmente se sentó y volvió a masturbarse. 

—Ahora quiero que me lamas las bolas.

Anna se arrodillo frente a él y comenzó a pasar su lengua por sus huevos, mientras él agitaba su miembro con los ojos cerrados. Unos segundos después la jaló fuertemente del cabello, apartándola de él. 

—Voy a venirme sobre ti.

Comenzó a eyacular mientras gemía. Ella intento hacerse a un lado, pero no logró esquivar el líquido que cayo violentamente sobre su cara y sus pechos.

—Precioso. Ahora vístete.

Anna comenzó a vestirse apresuradamente mientras Henry se encendía otro cigarrillo.

—Te llamaremos si necesitamos de ti —dijo a modo de despedida—

Apenas termino de ponerse su ropa, dejó la habitación. Bajó por la escalera los dos pisos que la separaban de la salida y cruzó la avenida. Se sentó en uno de los bares de la esquina, en una mesa de fuera del lugar. Enseguida un mozo llegó para atenderla.

—Una tónica por favor.

Tenía la garganta reseca. Busco en su cartera y saco un papel que habla guardado esa mañana.

«Positivo»

Lo doblo en dos y lo dejo nuevamente dentro de su cartera.


CARNE

Cocaína Social

by Nielsen Gabrich


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