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Suicidio

Me puse a pensar en el suicidio mientras preparo una ensalada para cenar. No de una forma triste, sino como algo que podría suceder en cualquier momento, como si se tratase de una situación inevitable. Corto un tomate en pequeños cuadraditos y me imagino colgando del techo, forcejeando para poner una de mis manos entre la cuerda y el cuello, pataleando, en un esfuerzo desesperado por inhalar un poco de aire.   Tuve que parar un momento, aspirar profundamente y pasar una mano por mi garganta, buscando marcas que no existían. ¿Cuánto tiempo tarda una persona en asfixiarse? ¿Qué cuerda debo comprar para que soporte mi peso y no se rompa en medio del proceso? ¿Se supone que debo preguntárselo al dependiente de la tienda? « Oye muchacho quiero una cuerda para ahorcarme. ¿Sabes cuál sería la más conveniente y que esté a buen precio? Soy suicida, pero no quiero gastarme toda la pasta en esto, ¿sabes? » Debe haber mejores formas de quitarse la vida. Ahorcarse es para personas realm

Pequeñas Cosas

Gina me llamo cerca del mediodía y me pidió que vaya a ver David.   <Tengo miedo a que cometa una locura> fueron sus palabras. Intenté tranquilizarla, creyendo que era incapaz de hacer nada borde. Terminé prometiéndole que lo visitaría por la tarde para ver si todo estaba bien. David estaba deprimido y pasaba mucho tiempo solo en casa, pero supuse que era parte de su duelo. Tarde o temprano volvería a ser el mismo de siempre, sólo necesitaba un poco de espacio para digerir todo lo que había pasado. Fiel a mi promesa, cerca de las cinco estaba tocando timbre de su casa, pero nadie contestó. Golpeé la puerta y grité su nombre un par de veces, pero fue en vano. Antes de irme intenté girar el picaporte y, para mi sorpresa pude abrirla, no estaba cerrada con llave. Eso nunca puede ser una buena señal —pensé. Entré. Todo parecía tranquilo. Las cortinas estaban cerradas y las luces apagadas, como si no hubiese nadie allí. El lugar estaba limpio y ordenado, dentro de lo que cabe

Producto

Jesús tiene treinta y tres años y un revolver .38 largo en el bolsillo izquierdo de su campera deportiva. Alguna vez dijo que quería ser arquitecto, pero le dio solamente para trabajar de peón en una obra en construcción donde cobra en negro menos del salario mínimo. Claro que no le gusta su trabajo, ni los gritos del capataz apenas baja de la caja trasera de la pick up que lo lleva hasta la obra, cuando recién sale el sol. Hoy aguarda impaciente frente a la carnicería de Luis, a que salgan los últimos clientes, llevando en la mano bolsas blancas con un dibujo de la cara caricaturizada de una vaca guiñando un ojo y sacando la lengua, dentro de las cuales guardan partes mutiladas del mismo animal, pero que no está tan contento como la pintura de fuera quiere hacer parecer. Tiene el pulso acelerado, la respiración agitada, transpira. Mete su mano en la campera y tantea el arma otra vez. Piensa que solo tiene 3 balas. Suficientes. Si la cosa iba bien no tendría que usar ninguna.

Quedarme en Casa

 Diez de la mañana. Hoy es un día de esos en que mi voz interior me repite como si de un mantra se tratase, “Era paja, helado y Netflix” —¿Pedimos desayuno? —Pregunta la chica a mi lado en la cama. Quiero irme a mi casa, te juro. —Dale, pidamos café con facturas —insiste. Me lo merezco, por ser un calentón de mierda. Quien me mando a darle corazoncito en Tinder, a hablarle cuando hicimos match. A insistirle para que nos veamos, aunque haya elegido un lugar que me queda en la loma del orto. Ahora a no chistar. Cómprale medialunas a la gorda, te tomas el café de mierda y cuando te pida un polvo mañanero le decís que el café te dio cargadera. Con suerte no me llama de nuevo. La putísima madre, se me está poniendo dura. Es una de esas erecciones matutinas incontrolables que hasta duelen de lo tiesa que está y la gorda, en vez de hacer algo con esto, se pone a ver el noticiero. Han muerto cien niños en un atentado en que tetas tiene la gorda esta. —Quiero ver el pronóstico

Nuevos Dioses

Desde las cuatro de la mañana un pájaro canta desde una de las ramas del árbol que tengo junto a la ventana del dormitorio y no me ha dejado dormir. Le he pedido varias veces que se calle, de formas poco amables, eso debo reconocerlo, pero ni puto caso. Una razón más para comprarme ese rifle de perdigones que vi el otro día en la tienda del chino de acá a la vuelta. Por ahí así me entiende este pájaro de mierda, los tiros son en idioma universal. Pero viniendo de ese chino… anda a saber si funciona.     No tenía idea que carajo hacer tan temprano, así que puse a ver una película en Netflix, la nueva de superhéroes. Es una de esas adaptaciones de los comics creados originalmente para entretener a niños de doce años y que ahora disfruta gente madura de más de treinta. Se puede ver que se preocuparon por representar a todas las razas para así parecer inclusivos. Hay afroamericanos, latinos, japoneses, indios y dioses nórdicos. Por supuesto algunos gay y lesbianas. Además, las mu

Hermosa Alma Dañada

Miguel era el cura de la parroquia de Santo domingo, pero lo conozco desde hace mucho tiempo antes que eso, y sé que tomo los hábitos después de haber atravesado uno de los dolores más inmensos que un padre puede atravesar. Claro que nunca pudo dejarlo atrás, y comenzó a beber y a usar algunas drogas que lo ayudaban más que toda la cristiandad. —Este es un trabajo como cualquier otro —solía decirme— Te paras frente a todos, rezas un poco y al carajo. Miguel, además, no creía mucho en nada de lo que debía predicar como la verdad absoluta. —¿Qué importa lo que crea? —decía también— Hago lo mismo que hacen los demás. Estoy en esta capilla de mierda ayudando a indigentes que no se han bañado en días. Hasta la madre Teresa era atea ¿de qué me acusas? Deberían nombrarme cardenal. Reconozco que no ponía mucho empeño en su trabajo, pero quería hacer bien las cosas y su congregación lo apreciaba. Eso es lo que importa ¿no? He asistido a sus misas algunas veces y varias veces pedí qu

La Nada mas Grande de Todos los Tiempos

No quiero hacerme el puritano, pero extraño un poco cuando existía la vergüenza. Si decías “ pija ” en tu casa, te miraban con cara de culo y, cuanto menos, te comías un regaño. Si, por casualidad, reproducías un audio con gemidos, esos que te mandaba alguno de los hijos de puta de tus amigos, te ponías tan nervioso que se te enredaban los dedos intentando apagar esa mierda. Hoy la familia mira porno sentados en la mesa mientras comen. Las discusiones son a qué actriz le darían el premio por la mejor mamada o por qué actor se dejarían llenar la cara de leche. La sexualidad se ha normalizado. Y no digo que eso este mal, solo que dan más importancia a lo sexual de lo que se merece. Hablar todo el tiempo de lo mismo llega a saturar. Ya entendí que te gustan las pijas no es necesario que me muestres la boca abierta y preguntes que te metería en una historia de Instagram. Vivimos en una época en donde puede considerarse abuso saludar con un beso o dar un abrazo, pero puedo ver a u

Quien Creen que Eres

Wilson se sentaba tres asientos delante de mí y era el típico chico callado del curso. El martes sacó un arma en plena clase, apuntó a nuestra maestra de literatura, la señorita Ramírez y le disparó dos veces en la cabeza. La mujer cayó pesadamente sosteniendo Rayuela de Cortázar entre sus manos. Todos sabíamos que algo así podía suceder. Hemos visto las noticias, ha habido otros casos similares. Nada es tan inesperado como queremos creer. Claro que al principio pensamos que todo era una broma, pero no era la clase de chico que juegan bromas. Tardamos apenas unos segundos en reaccionar, tiempo suficiente para que le apuntara a la cabeza a Laura Higgins y disparara nuevamente. Quizás hubo señales que decidimos no ver. Miramos hacia otro lado, incrédulos de lo que podría sobrevenir o demasiado crédulos de que no seríamos objeto del fatal destino. Porque diosito nos ama. La chica de cayó de espaldas al suelo y su cabellera rubia comenzó a teñirse de rojo carmesí. Su cuerpo t